La fisiopatología es compleja y multifactorial: se cree que es el resultado de factores anatómicos, hormonales, inmunológicos, inflamatorios, estrogénicos, genéticos, epigenéticos y ambientales.
La endometriosis se caracteriza por la presencia de tejido endometrial anómalo fuera del útero, que se deposita a nivel de la pelvis y, en algunos casos, fuera de ella.
La clínica habitual se caracteriza por dolor menstrual invalidante resistente al tratamiento habitual, sangrado menstrual abundante, dolor pélvico crónico, disquecia, disuria, dispareunia y dolores articulares o migrañas, entre otros síntomas, con un gran impacto en la calidad de vida de la persona que la sufre.
La pubertad representa la ventana principal de oportunidad para el debut de la enfermedad. Este riesgo irá disminuyendo con la edad y es mínimo a partir de treinta años.
El diagnóstico de endometriosis a menudo se retrasa una media de entre cinco y diez años, secundario a la complejidad de la patogenia, la diversidad de síntomas y la carencia de una herramienta de diagnóstica no invasiva disponible.
Con el diagnóstico precoz y el abordaje multidisciplinar se pretende controlar la progresión de la enfermedad y el impacto en la calidad de vida de las personas que la padecen.
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