El 10 de octubre, es el Día Mundial de la Salud Mental.
Esta conmemoración, promovida por la Federación Mundial de la Salud Mental, nació en 1992 para equiparar la salud mental con la salud física. Sus objetivos son sensibilizar a la sociedad sobre los trastornos mentales, luchar contra la estigmatización que sufren las personas afectadas e impulsar iniciativas que mejoren su atención.
En ese día hemos querido profundizar en este tema con el jefe de Unidad de Salud Mental Comunitaria del Consorcio Sanitario de Terrassa, el doctor Tulio Callorda.
¿Qué puede desencadenar un problema de salud mental? ¿Cuáles son los colectivos más afectados?
Todos somos vulnerables a un trastorno de salud mental. Todos tenemos el riesgo de sufrir un problema mental, sea de la índole que sea.
Todo lo que afecte a la sociedad nos afectará a la salud mental. Pienso en colectivos de personas de bajo nivel sociocultural, con problemas de acceso a la vivienda, con problemas económicos, de paro de larga evolución, con personas que cuidan de enfermos… Son condiciones que si no se llevan con ayuda, pueden acabar repercutiendo en la salud mental.
También existen otros factores de riesgo que pueden empeorar el pronóstico o iniciar el proceso de tener un problema de salud mental como, por ejemplo, el uso de drogas. Los tóxicos por lo general son factores de riesgo para el desarrollo de un trastorno mental.
¿Los problemas de salud mental están estigmatizados?
Todo lo que rodea a la salud mental está siempre impregnado de un halo de prejuicio. De estigma.
Es interesante hablar de este tema porque posiblemente este estigma es lo que ha hecho que a nivel de la sociedad no se haya avanzado en los términos o con la rapidez que hubiera sido necesario para prestar atención a toda la población.
El estigma funciona en muchos sentidos, el estigma no es sólo la persona que desde fuera se mira a alguien que tiene un problema de salud mental y hace unos juicios de valor y lo cree incapaz de realizar algunas actividades, como cuidar de los hijos . El estigma también funciona desde dentro, desde la persona que lo sufre. El autoestigma, podríamos llamarlo. Cuando la propia persona no se cree capaz de emprender cambios necesarios en su vida. Esto es lo que hace que muchas veces los problemas de salud mental queden en el secretismo.
El estigma funciona en todos los estratos de la población. Y funciona bidireccionalmente. De la gente hacia los enfermos ya la inversa.
Los médicos también podemos caer en la trampa del estigma. Hay estudios que dicen que los pacientes con enfermedades mentales no son del todo bien atendidos.
El conjunto de trastornos mentales son la causa más frecuente de enfermedad en Europa, siendo responsables del 20% de la carga total de enfermedad. ¿Cómo pueden los sistemas de salud pública ayudar a revertir esta situación?
Soy a juicio que no se puede tratar la enfermedad mental sólo desde el punto de vista sanitario. A nivel sanitario podemos hacer mucho trabajo, descubrir muchas cosas, podemos ayudar al enfermo de forma multiprofesional pero esta tarea debe ir acompañada de medidas sociales para aliviar el sufrimiento y mejorar la vida de la gente.
Los sistemas de salud pública pueden crear redes, diferentes dispositivos de atención a distintos niveles (hospitalario o comunitario, para favorecer la recuperación del enfermo) pero también es la sociedad quien debe asumir la responsabilidad de mejorar la integración de las personas con problemas de salud mental en su devenir habitual.
Si queremos recuperar a una persona con un trastorno mental no basta con quitar los principales síntomas de la enfermedad. Debemos ser capaces de que esa persona tenga una base saludable. Que tenga acceso a la vivienda, que pueda pagar las facturas, que pueda tener acceso a trabajos protegidos… Que pueda hacer lo mismo que cualquier ciudadano sin enfermedad mental. Ésta es la verdadera posibilidad que tiene la sociedad de curar a la gente, la integración.
¿Crees que se les otorga un valor distinto a otras enfermedades?
Absolutamente. Esto conecta con el estigma. Las quejas de un paciente psiquiátrico muchas veces son menospreciadas. O no priorizadas al igual que otro paciente sin trastorno psiquiátrico. Hay estudios científicos que demuestran que el acceso a la salud general (no a la mental) de pacientes con enfermedades psiquiátricas a menudo se ve demorada. Y la atención de los síntomas a menudo tardan más en tener atención médica.
También hay estudios que demuestran tener tasas de mortalidad más elevadas en servicios de urgencias porque no se hace suficiente caso de los síntomas que presentan.
La salud mental por lo general a menudo recibe menos ayudas en salud pública. No está en el nivel de investigación de otras disciplinas pioneras como las demencias o los problemas cardiovasculares. A menudo, la red pública de salud no ha hecho la inversión en salud mental históricamente que sí que ha hecho por otras enfermedades que pueden ser igual o menos prevalentes que los problemas de salud mental y que pueden tener menos mortalidad asociada que los problemas de salud mental.
¿Covid ha cambiado el panorama de la salud mental en nuestro país? Seguro que el aislamiento impuesto por el confinamiento, la pérdida de personas queridas, el estrés de las dificultades económicas y la incertidumbre sobre el futuro han generado un incremento de las patologías mentales.
Efectivamente. Covid ha tenido un doble efecto en lo que respecta a la salud mental.
Las variables psicosociales que se han maximizado con Covid (personas queridas que mueren, incertidumbre económica y laboral…) son importantes pero hay otra variable a tener en cuenta, la de dar visibilidad a los problemas de salud mental.
Todos somos vulnerables frente a un problema de salud mental, no hay personas inmunes. Y Covid lo ha puesto de manifiesto. Como ha afectado a todo el mundo, sin distinciones, todo el mundo ha podido empatizar y darse cuenta de lo necesarias que son las relaciones humanas o la estabilidad. Ha hecho aflorar, en parte, los problemas de salud mental (se han hecho más frecuentes) y, por otra, ha aumentado la prevalencia de algunos trastornos no severos pero sí de sufrimiento emocional, que ha tenido una repercusión en las estadísticas.
Los dispositivos de urgencias han multiplicado las visitas diarias y en los centros de salud mental hemos recibido aproximadamente un 50% más de peticiones de atención rápida por código riesgo suicida. Esto es muy significativo.
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